La costumbre es una forma de comportamiento que se ha establecido en la sociedad y que se sigue de manera pública, general y repetida. Es una práctica que la gente acepta como una norma que todos deben cumplir, incluso si no está escrita en la ley. De esta manera, surge la costumbre mercantil, que son las prácticas y usos que los comerciantes siguen en sus negocios.
La costumbre mercantil es importante porque actúa como una fuente de derecho, es decir, una forma en que se crean y aplican reglas que todos deben seguir, especialmente en el comercio. En Colombia, la costumbre mercantil es reconocida como parte del sistema legal y ayuda a que nuestro sistema jurídico evolucione y se adapte a las nuevas realidades de la sociedad, a veces de manera más rápida y efectiva que las leyes escritas.
En mérito de lo anterior, el artículo 3 del Código de Comercio establece en su tenor literal que “la Costumbre Mercantil tendrá la misma autoridad que la ley mercantil siempre y cuando la misma no resulte manifiestamente contraria a la Ley y que los actos que la constituyen sean uniformes, públicos, y reiterados en el lugar donde hayan de cumplirse las prestaciones o surgido las relaciones que son objeto de regulación.”
Para que una costumbre mercantil sea aplicable, debe cumplir con ciertos requisitos:
- Reiteración y uniformidad: La práctica debe ser constante y generalizada entre los comerciantes.
- Duración: La costumbre debe haberse practicado durante un período considerable de tiempo.
- Aceptación general: Debe ser aceptada por la mayoría de los comerciantes como obligatoria.
Ahora bien, La investigación de una costumbre mercantil puede iniciarse por iniciativa de la Cámara de Comercio o a solicitud de cualquier interesado. El proceso de estudio comienza con la evaluación de la viabilidad jurídica de la costumbre. En la siguiente fase, se identifican las necesidades de información y se recopilan datos de los grupos o sectores económicos que la practican. La recolección de datos se lleva a cabo a través de encuestas aplicadas a una muestra representativa de la población o a la totalidad de esta, con el objetivo de verificar si la práctica cumple con los requisitos necesarios para su certificación.
Así las cosas, la costumbre mercantil, aunque no siempre visible o formalmente regulada, desempeña un papel crucial en el funcionamiento del comercio y las relaciones empresariales. Como una expresión viva de las prácticas y comportamientos aceptados en el ámbito comercial, ofrece flexibilidad y adaptabilidad en un entorno en constante cambio. Reconocer y entender estas costumbres no solo fortalece la seguridad jurídica, sino que también facilita las transacciones y reduce los conflictos. Así, la costumbre mercantil se erige como un complemento indispensable a la legislación formal, consolidándose como un pilar fundamental en la economía y la cultura empresarial.
